Educar...

Educar

Educar es lo mismo

que poner un motor a una barca…
Hay que medir, pensar, equilibrar…
y poner todo en marcha.

Pero para eso,

uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar,

mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.

Soñar que ese navío

llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.


Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.

Gabriel Celaya



En el proceso de enseñar y aprender muchos docentes del siglo pasado nos vamos quedando con marco conceptuales arcaicos a estos tiempos donde lo que abunda es la cantidad de información disponible para todos. Los recursos son infinitos. Los estudiantes que participan de nuestras clases poseen muchas más herramientas tecnológicas para el acceso a los contenidos.

Si nuestra formación como docentes ya era antigua, hoy donde los avances de la tecnología son más rápidos y cuantitativamente mayores, la clase tradicional evidencia una brecha no solo generacional sino en la metodología de la comunicación para la formación.

Es compromiso de los que sienten la docencia como una pulsión vital, acercarse  a nuevos diálogos comunicacionales adoptando una actitud de permanencia en el cambio.

Gabriel Celaya en su poesía refleja el espíritu del maestro que trasciende su propia existencia en la vida del otro, soñando "que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas".


Lic. Daniel Marvaso

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